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dencia, con un calor, con una efusion de afecto que podia muy bien dar á entender á cualquiera que la hubiese mirado, que tenía Lorenzo todavía en su corazon más parte que la que ella misma se figuraba.

—Y sin tí, qué haré yo, infeliz mujer?-dijo Inés llorando.

—Y yo sin vos, querida madre., en casa extraña, allá en Milan?... pero el Señor nos acompañará á las dos, y luégo nos concederá que nos reunamos otra vez. Dentro de ocho 6 nueve meses nos volveremos á ver aqui, y iquién sabe si ántes? Dejemos obrar al Señor: yo no dejaré de rezar á la Vírgen; confio en su inmensa misericordia.

Con estas y otras semejantes repelidisimas palabras de quejas, de consuelo, de resignacion y de promesas, con muchas lágrimas, y despues de repetidos y largos abrazos, se separaron madre é hija, prometiéndose reciprocamente volverse á ver á más tardar en el próximo otoño, como si estuviese en su mano el hacerlo, y comogeneralmente se hace siempre en semejantes casos.

Entretando pasó mucho tiempo sin que Inés pudiese tener noticia de Lorenzo, é inútiles fueron cuanlas diligencias hizo para proporcionárselas.

Ni era ella la sola que trabajaba inútilmente con semejante objeto. El cardenal Borromeo, que no por cumplimiento habia ofrecido informarse del paradero de aquel desgraciado, escribió inmediatamente para averiguarlo.

Llegado á Milan, recibió contestacion en que le decian que nada se sabía de aquel individuo; que efectivamente habia permanecido algun tiempo en aquel pueblo, en que nada dió que decir; pero que una mañana habia desaparecido de improviso, y que un pariente suyo en cuya casa vivió, ignoraba lo que le habia sucedido, no pudiendo sino repetir ciertas noticias vagas y contradictorias, como, por ejemplo, que se habia alistado para Levante, que habia pasado á Alemania, que se habia ahogado al! vadear un rio, con otras no ménos contradictorias. Añadian en la carta, que estarian á la mira por si pudiesen adquirir noticias más fundadas, en cuyo caso las comunicarian sin pérdida de tiempo á su IIlustrisima.

Más adelante se divulgaron tambien estas mismas voces en el territorio de Lecco, y de consiguiente,. llegaron á oidos de Inés. Hacía la pobre mujer todo lo posible para apurar la verdad; pero nada pudo adelantar sino el dicen, que áun en el dia basta para asegurar muchas cosas. A veces apénas le daba alguno una noticia, cuando llegada otro 23