Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/364

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 352 —

desmintiéndola, 6 dándole una en contrario; pero todo eran cuentos, y el hecho verdadero fué el siguiente.

El gobernador de Milan, capitan general de Italia, don Gonzalo Fernandez de Córdoba, se quejó al Residente de Venecia en Mılan, de que se diese asilo en el territorio de Bérgamo á un bandolero, ladron público, excitador de muertes y saqueo3, el pregonado Lorenzo Tramallino, que, hallándose en manos de la justicia, habia provocado un motin para escaparse. Contestó el residente que nada sabía, pero que escribiria á Venecia para dar á su Excelencia la explicacion conveniente.

El gobierno de Venecia tenía por máxima el fomentar y promover la inclinacion de los milaneses trabajadores en seda á trasladarse al territorio de Bérgamo, para lo cual procuraba que encontrasen alli muchas ventajas, especialmente la seguridad personal, que es la primera de todas, y sin la cual de nada sirven las demas. Como entre dos litigantes ricos siempre saca rasa, aunque sea poca, el tercero en discordia, avisaron á Bartolo en confianza (no se sabe quién) de que Lorenzo no estaba bien allí, y que convendria por prudencia que se marchase á otra fábrica, mudando tambien de nombre por algun tiempo. Comprendió Bartolo el enigma, y sin pedir más explicaciones, se lo descifró á su primo, le metió en una calesa, y le condujo á una nueva fåbrica distante unas quince millas, en donde, bajo el nombre de Antonio Revuelia, le presentó al dueño, que tambien era milanés y conocido suyo. Este, aunque los tiempos eran malos, no puso dificultad en admitir á un hilandero que le recomendaba, como hábil y honrado, un hombre de bien, inteligente en el oficio. En la prueba no tuvo que arrepentirse de haber adquirido aquel operario, aunque al principio le pareció algo atolondrado, porque cuando llamaban á Antonio las más veces no respondia.

Poco deapues se mandó en Venecia sin grande empeño al Capitan de justicia de Bérgamo, que averiguase y diese cuenta si en su jurisdiccion, y particularmente en tal pueblo, se hallaba aquel individuo. El capitan, hechas las diligencias del mod que comprendió que debia practicarlas, remitió la respuesta negativa, la cual se dirigió á Milan para que el Residente véneto la diese á D. Gonzalo.

No faltaban curiosos que deseasen saber de Bartolo, por qué motivo no estaba ya alli aquél jóven, y dónde habia ido. A la primera pregunta respondia: «No sé; ha desaparecido;» pero para despachar á los más pesados, sin excitar sospechas, hall6 el modo de regalar ya á unos, ya á otros,