Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/385

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 373 —

túpido, el pelo desgreñado, y las barbas largas y horribles.

Uhos cuerpos endurecidos por el trabajo, veianse ahora extenuados, con la piel arrugada en los tostados brazos, en las piernas y en los huesudos pechos, mal cubiertos con los descompuestos ardrajos. Si tan doloroso era el aspecto que presentaba el vigor abatido, zqué serfa en el sexo y en la edad más débil, una naturaleza ménos fuerte y más dispuesta á la languidez y á la decadencia? En las encrucijadas y las aceras, debajo de los aleros se ofrecian á la vista de trecho en trecho montones de paja y rastrojos apisonados y fétidos, y áun estos asquero- 80s desperdicios eran dádivas que la caridad ofrecia á varios de aquellos desgraciados, para que hallasen donde posar la cabeza por la noche. Veianse tambien de dia yacer 6 echarse allí muchos que, extenuados por el cansancio 6 la necesidad, no podian ya sostenerse. No pocas veces se encontraba en semejantes muladares algun cadáver, y no era raro ver de repente caer al suelo algun extenuado y quedar muerto sobre las duras piedras.

Presentábanse de cuando en cuando auxilios ordenados con más prevision, y distribuidos por mano rica y ejercitada en hacer beneficios en grande, y esta era la mano dđel buen Federico. Para el efecto habia escogido seis eclesiásticos, en quienes competia, con una ardiente caridad, una complexion robusta. Divididos en parejes, habia señalado á cada una la tercera parte de la ciudad para que la recorriesen con varios mozos cargados de alimentos, de bebidas y ropas. Todas las mañanas salian las tres parejas para diversos puntos: se acercaban á los que veian caidos, y daban á cada uno el correspondiente socorro. A los que hallaban agonizando é incapaces de admitir alimento, les administraban los últimos auxilios y los consuelos de la religion. Distribuian á los que podian hallar remedio en los alimentos, sopa, pan, vino y huevos, y á los extenuados socorrian con sustancias y vinos generosos, reanimándolos ántes, si era necesario, con vinagre y cordiales, distribuyendo al mismo tiempo vestidos å los más andrajosos.

No acababa aquí su asistencia. Siendo el ánimo del buen pastor que hasta donde pudiese llegar aquella sirviese de un alivio eficaz y no momentáneo, los pobres á quienes el primer auxilio habia restituido suficientes fuerzas para sostenerse y caminar, recibian de los mismos eclesiásticos algun dinero, á fin de que la necesidad reiterada y la falta de otro auxilio no los redujese al anterior estado: proporcionaban á los otros asilo y manutencion en algunas de