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Queremos suponer que las mujeres y los niños se pondrian con separacion; pero las memorias de aquellos tiempos nada dicen acerca de este particular. Es de creer que tampoco faltarian disposiciones y reglas para el buen orden; pero figúrese cualquiera qué órden podia establecerse y conservarse, especialmente en aquellos tiempos y aqueflas circunstancias, en tan grande y variado conjunto de personas, en donde se hallaban con los vołuntarios los forzados; con aquellos para quienes el mendigar era una necesidad violenta y penosa, otros para quienes era una costumbre y un oficio; con los que se habian educado en la honesta laboriosidad de los campos y los negocios, otros muchos criados en la ociosidad, los desórdenes y los vicios, y entre la chusma de bravos acostumbrados á toda clase de infamias, violencias y asesinatos.

Cuáles podian ser luégo su albergue y sus alimentos fuera fácil conjeturarlo, áun cuando no tuvićsemos las noticias positivas que tenemos. Dormian amontonados á veinte y ireinta en cada celdilla, 6 echados debajo de los portales sobre un monton de paja fétida y hedionda, ó en el duro suelo, pues aunque se habia mandado que la paja fuese fresca, no escasa, y que se mudase con frecuencia, era poca, mala, y jamás se renovaba. Habia igualmente órden para que el pan fuese de buena calidad, porque ¿cuál es el asentista á quien jamás se le haya dicho que fabrique y entregue géneros malos? Pero lo que en circunstancias ordinarias apénas hubiera podido conseguirse en una empresa ménos vasta, ¿cómo era posible conseguirlo en aquel caso, y en tanta baraunda? Se dijo entónces, y se encuentra en Ías memorias contemporáneas, que en el pan del Lazareto iban mezcladas sustancias pesadas y no alimenticias, y demasiado es de creer, viendo lo que suele pasar áun en nuestros dias, que no seria esta queja sin fundamento.

Hasta falta de agua habia, digo de agua saludable, pues el depósito comun sería probablemente el arroyo que baña la muralla del recinto, cuya escasa corriente, lenta y áun pantanosa, vendria luégo á ser lo que era preciso que fuese con el uso y la inmediacion de tan grande muchedumbre.

A todas estas causas de mortandad, tanlo más activas, cuanto obraban sobre cuerpos er:fermos, ó dispuestos á estarlo, hay que añadir la irreguluridad de la estacion por baber sobrevenido, despues de copiosas y obstinadas lluvias, una sequedad todavia mús obstinada, y con ella un calor anticipado y violento. Ag:egábanse á los males el sentimiento de los mismos males, el fastidio, la indignacion