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Abrióse el Lazareto, y se dió suelta á todos los pobres en estado de marcharse, los cuales echaron á correr con un gozo frenético. Volvió á sonar en la ciudad el antiguo clamor, pero más débil é interrumpido: ;tan disminuida se ballaba aquella desgraciada muchedumbre! Los enfermos fueron trasladados á Santa Mlaría de la Estreila, hospital entónees de mendigos, donde pereció la mayor parte de ellos.

Empezaban en tanto á enrojecerse aquellas benditas y ansiadas espigas. Los pobres del Condado salieron y marcharon cada uno por su lado á disponerse á la siega. Despidiólos el buen Cardenal con un nuevo esfuerzo y un nuevo rasgo de caridad, mandando dar un julio (moneda de plata del valor de cinco reales) y una hoz á cada jornalero.

Con la cosecha cesó por fin la carestía: sin embargo, la mortandad epidémica 6 contagiosa, descendiendo de dia en dia, llegó hasta el otoño, que ya estaba en su término, cuando descargó sobre el país un nuevo azote.

En este intermedio habian ya sucedido muchas cosas á las cuales se da particularmente el nombre de históricas.

El cardenal Richelieu, tomaja, como di;imos, la Rochela, ajustó lo mejor que pudo la paz con el rey de Inglaterra, y propuso y consiguió con su poderosa elocuencia en el Consejo de minisiros de Francia, que se socorriese eficazmente al duque de. Nevers, induciendo al mismo tiempo al Rey á ponerse en persona al frente de la expedicion.

Miéntras se hacian los preparativos, el conde de Nassau, comisario imperial, intimaba en Mantua al nuevo Duque que pusiese sus Estados en manos del emperador Fernando, quien enviaria ejército para ocuparlos. El Duque, que en circunstancias más apuradas se habia negado á aceptar condicion tan dura y de tan poca seguridad, animado ahora con la esperanza del próximo socorro de la Francia, se negaba con más empeño, pero en términos en que iba disfrazada la negativa, y con propuestas de una sumision algo más aparente, pero ménos gravosa, con lo cual se retiró el comisario, protestando que sería preciso apelar á la fuerza. En Marzo bajó en efecto el cardenal Richelieu con el Rey al frente de un ejército; pidió el paso al duque de Saboya, se entablaron negociaciones sin concluir nada, y despues de una accion en que consiguieron ventajas los franceses se entablaron nuevas negociaciones, y se con cluyó un convenio en el cual el Duque estipuló entre otras cosas que D. Gonzalo levantaria el sitio de Casal, compro-