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| metiéndose, en caso de que no lo verificase, á unirse con los franceses para invadir el ducado de Milan. Teniéndose D. Gonzalo por muy dichoso en haber salido de aquella manera, levantó inmediatamente el sitio de Casal, en donde entró un cuerpo de tropas francesas para reforzar aquella guarnicion.

En aquella ocasion fué cuando el poeta Achillini compuso en obsequio del rey de Francia Luis XIII aquel famoso soneto que empieza Sudate, ó fuochi, á preparar metalli (1); y otro en que le exhortaba á ir inmediatamente á librar la Tierra Sania; pero es destino de los poetas que jamás se sigan sus consejos, y si tal vez en la historia se encuentran hechos conformes con algun dictámen suyo, es preciso creer que era cosa determinada de antemano. Ya entónces el cardenal Richelieu resolvió volver á Francia por asuntos que le parecian más urgentes.

El enviado de los venecianos, Jerónimo Soranzo, se cansó en vano en alegar razones para impedir que se llevase á efecto semejante resolucion, porque el Rey y el Cardenal, haciendo el mismo caso de su prosa que de los versos de Achillini, se volvieron con el grueso del ejército, dejando únicamente seis mil hombres en Susa para ocupar el paso y mantener el tratado.

Miéntras por una parte se alejaba el ejército frances, se acercaba por otra el del emperador Fernando, mandado por el conde de Collalto. Invadido el país de los Grisones y la Valtelina, ya se disponia para bajar al Milanesado. Al ierror que infundia este anuncio, se agregaba la funesta Fuegos, sudad en preparar metales.

Los literatos italianos censuran este soneto por sus extravagantes metáforas, que era la tendencia de,los poetas de aquel siglo en que se habia corrompido el buen gusto de la poesía italiana. Al- (1) gunos, sin embargo, celebran el último terceto:

Ceda la palma pur Roma á Parigi Che se Cesare venne, vide, é vince, Venne, vince é non vide il Gran Luigi.

Lo que es al rey de Francia, parece no debió desagradarle, pues aseguran algunos escritores que regaló al poeta mil luises de plata por cada verso, esto es, ochenta y cuatro mil pesetas. Si es verdad, es un soneto bien pagado.