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por las licencias que decian baber concedido para la exiraccion de arroz y trigo. A su coche, que venía detras, arrojaban algo más que palabras, esto es, piedras y tronchos, metralla comun en semejantes ocasiones. Rechazados por los soldados, se retiraron para volver en mayor número con los que se reunieron en el camino y aguardarle en la puerta llamada Ficinense, de donde debia salir en coche. Cuando llegó éste con otros varios, arrojaron á todos con manos y bondas un granizo de piedras; sin embargo, la cosa no pasó adelante.

Para sucederle fué nombrado el marqués Ambrosio. Espfnola, cuyo nombre habia adquirido en la guerra de Flandes la celebridad militar que aún conserva.

Entre tanto, babiendo recibido. el ejército aleman la órden definitiva de marchar contra Mantua, entró en el ducado de Milan en el mes de Setiembre.

La milicia en aquel tiempo se componia en gran parte de aventureros que alistaban ciertos jefes de profesion, bien conocidos en Italia con el nombre de coniloitieri, por comision de este ó de aquel príncipe, y muchas veces de su propia cuenta, para venderse luégo todos juntos. Atraíalos á aquel oficio más que la paga el aliciente del saqueo de la licencia militar. En ningun ejército habia disciplina 1 y estable y general, ui hubiera podido concilierse con la autoridad independiente de los varios condottieri (comandantes). Estos por su parte tampoco eran muy escrupulosos en materia de disciplina; y aunque hubiesen querido, no es fácil comprender cómo hubieran podido introducirla y mantenerla entre soldados de aquella calaãa, que se hu- .

bieran revolucionado contra el jefe innovador á quien hubiese ocurrido la idea de abolir el saqueo, 6 le hubieran dejado solo á guardar las banderas.

Además, como los príncipes, al ajustar aquellas gavillas, trataban más bien de tener mucha gente para asegurar la empresa, que de proporcionar el número á los medios de pagarlos, medios generalmente escasos, resultaba que las pagas solian ser tardías, á plazos y á pellizcos, y las despojos de los países amigos 6 enemigos por donde se pasaba, 6 en donde se hacía la guerra, venian á ser como una especie de suplemento tácitamente consentido.

Es casi tan célebro como el nombre de Wallenstein su máxima de que era más fácil mantener un ejército de cien mil hombres, que uno de doce mil. El de que vamos hablando se componia en gran parte de la gente.que bajo sus órdenes asoló la Alemania en aquella guerra tan célebre