Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/405

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 393 —

trajese unas castañas escogidas que habia en un rincon, y las pusiese á tostar.

—Y tú,-dijo á uno de los chicos,-véte al huerto, dále una sacudida al albaricoque para que caigan unos cuantos, y tráetelos aquí; pero cuenta con que no se disminuyan en el camino; y tú,-dijo al otro,-súbete á la higuera, y tráete unos cuantos higos de los más maduros, que á fe que entrambos sabeis bien el oficio.

Y él se fué al barrilito del puro, y la mujer por un mantel limpio. Sacó Perpetua sus provisiones, se puso la mesa, un plato de pedernal, y una servilleta en el puesto de distincion para D. Abundo, con su cubierto de plata que Perpetua traia en el cuévano: se trajo la comida; se sentaron todos, y se comió, si no con grande alegría, á lo ménos con mucha más de la que ninguno de los comensales podia esperar en aquel apuro.

—Qué os parece, señor Cura, de este trastorno?-dijo el sastre.-A mí me parece estar leyendo la historia de los moros en España.

—iQué quereis que me parezca?--contestó D. Abundo;-que hasta una desgracia como esta habia de caer sobre mí.

—De todos modos, ustedes-prosiguió el sastre-han escogido un buen refugio. A la fuerza no es fácil que nadie suba á aquel vericueto. Sobre todo, hallarán buena compañía. Se dice que ha ido allá mucha gente, y todavía van algunos.

—Espero-dijo D. Abundo-que seremos bien recibidos. Conozco á ese caballero, y cuando tuve la honra de verle otra vez, me trató con mucha distincion.

—-A mí tambien-dijo Inés-me mandó á decir por su llustrísima que cuando se me ofreciese alguna cosa, me dejase ver.

—iQué milagrosa conversion!-exclamó D. Abundo.- ¿Y persevera?... ¿persevera? El sastre contestó hablando extensamente de la santa vida del caballero del castillo y de cómo, habiendo sido el azote del país, se habia vuclto su bienhechor, sirviendo además á todos de ejemplo.

—Y toda aquella gente que tenía consigo?... ¿aquella canalla?...-preguntó D. Abundo, el cual, aunque habia oido decir algunas cosas de ellos, nunca se creia suficientemente informado.

—Echados la mayor parte,-contestó el sastre,-y los restantes han mudado de vida; pero jen qué términos! En