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momentos se aumentaban, y lo pedia al Ayuntamiento miéntras se decidiera (lo que jamás se verificó) si debia suministrarlo la ciudad 6 el real erario. Instaba igualmente al Ayuntamiento el gran Canciller por órden del Gobernador general, que habia marchado de nuevo á poner sitio á Casal, y el Senado no dejaba de importunarle para que discurriese el modo, no sólo de abastecer la ciudad, para el caso en que extendiéndose el contagio cortasen las comunicaciones los demas pueblos, sino tambien para mantener una gran parle de la poblacion, á la cual faltaba el trabajo. Procuraba el Ayuniamiento juntar dinero por medio de préstamos y contribuciones, y de lo que recogia daba algo á la sanidad, algo distribuia á los pobres, y comprando algun grano, acudia del mejor modo posible á las necesidades momentáneas; pero aún no habian llegado los grandes apuros.

En el Lazareto, en donde la poblacion, aunque diezmada cada dia, se aumentaba incesantemente, no era ménos ardua la empresa de asegurar el servicio y la subordinacion, de hacer guardar las separaciones prescritas, en una palabra, de mantener, 6, por mejor decir, de establecer allí el régimen dispuesto por la Junta de Sanidad, porque desde el momento de su formacion todo estaba en desórden, tanto por el desenfreno de los que eslaban encerrados en él, como por el descuido y connivencia de los dependientes. No sabiendo la Junta de Sanidad ni el Ayuntamiento qué partido tomar, acordaron dirigirse á los capuchinos, y suplicaron al padre Comisario de la provincia, que hacía las veces del Provincial, muerto poco ántes, para que se sirviese darles un sujeto hábil y capaz de gobernar aquel reino en anarquía. Propúsoles el Comisario para jefe un cierto padre Félix Casati, hombre de edad madura, que gozaba de grande opinion de caridad, actividad y mansedumbre, unida á fortaleza de áuimo; opinion bien merecida, por lo que se vió luégo, y para compañero suyo, y segundo jefe, cierto padre Miguel Pozzobonelli, todavía jóven, pero grave y sereno, tarto en su aspecto como en sus ideas. Los dos fueron aceptados con gratitud, y el dia 30 de Marzo cntraron en el Lazareto. Condújolos el mismo presidente de la Junta de Sanidad por todo el sitio, como para darles posesion, y convocados los criados y dependientes de todas clases, dió á reconocer como presidente de aquel establecimiento al padre Félix, en calidad de superior, revestido de plena autoridad. Luégo, á medida que se fué multiplicando aquella desgraciada concurrencia, 27