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dia de la procesion, la piedad luchar con la impiedad, la perfidia con la sencillez, la pérdida con la adquisicion.» Y realmente era el pobre entendimiento humano que luchaba con fantasmas fraguadas por su misma fantasía.

Desde aquel dia se fué aumentando cada vez más el furor del mal; á poco tiempo no hubo casa libre; la poblacion del Lazareto subió, segun afirma Somaglia, de dos mil á doce mil enfermos, y progresivamente llegó, como todos aseguran, hasta diez y seis mil. El 4 de Julio, por lo que encuentro en una carta de la Junta de Sanidad al Capitan general, los muertos pasaban diariamente de quinientos:

más adelante, en la mayor fuerza de la enfermedad, llegaron y continuaron, segun el cálculo más general, de mil doscientos á mıl trescientos, y si hemos de dar crédito á Tadino, pasaron alguna vez de tres mil y quinientos.

Cualquiera podra hacerse cargo de la angustia del Ayuntamiento, sobre el cual habia cargado el peso de proveer á las necesidades públicas, y acudir á lo que era indispensable en tamaña calamidad. Era preciso reponer cada dia y aunientar dependientes de várias clases. En primer lugar, los sepulturer os, que, por denominacion antigua y de orfgen oscuro, se llamaban monatos, y cuyo oficio era el duro y peligroso de sacar de las casas, calles y Lazareto los cadáveres, acarrearlos á la fosa y enterrarlos, conducir al Lazareto á los enfermos y quemar ó purgar las ropas infestadas ó sospechosas; en segundo lugar, ciertos sirvientes llamados descubridores, cuyo oficio era ir delante de los carros, avisando con una campanilla á los que pasaban para que se retirasen; luégo los comisarios que mandaban á unos y otros bajo las órdenes inmediatas de la Junte. Habia que tener provisto el Lazareto de médicos, cirujanos, medicinas, víveres y de cuanto se necesitase en una enfermería; y era igualmente indispensable buscar y aprontar nuevo alojamiento á los nuevos huéspedes. Con este motivo se mandaron construir casillas de madera y paja en el interior del Lazareto: otro nuevo se estableció tambien con casillas y cabañas, cerrado con tablas y capaz de contener cuatro mil personas; y no bastando éstos, se acordó que se formasen otros dos, los cuales, aunque empezados, por falta de medios quedaron sin concluir. Los medios, las personas y el ánimo iban disminuyendo á medida que se aumentahan las necesidades.

Y no sólo la ejecucion quedaba siempre inferior á los proyectos y á las órdenes; no sólo á muchas necesidades reconocidas por urgentes se proveia escasamente hasta de