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Aumentabarf su horror el aire y el tiempo mismo, si algo fuera capaz de aumentarlo. Habíase levantado la niebla, convirtiendose en grandes nubarrones, que poniéndose cada vez más oscuros y compactos, daban al cielo el aspecto de un auochecer tempestuoso, sino que, en medio de aquel cielo opaco, aparecia como detras de un denso velo el disco del sol, que descolorido esparcia en torno una débil vislumbre, dejándose caer al mismo tiempo un congojoso bochorno. De cuando en cuando, entre un confuso zumbido, se oia por intervalos bramar á lo léjos el trueno, á manera de un carro que corre y de repente se pára. No se veia en el campo doblarse una rama, ni un pájaro volar á los8 árboles, ni salır de ellos: sólo la golondrina presentándose improvisadamente sobre el tejado del edificio, bajaba con las alas tendidas, como para explorar el terreno; pero aterrada á vista de aquel espantoso conjunto de cosas, se remontaba con rapidez y huia. En fin, era uno de aquellos tiempos en que en una cuadrilla de caminantes, ninguno hay que rompa el silencio, en que el cazador camina pensativo, mirando al suelo, y la aldeana suspende su canto, sin advertirlo; de aquellos tiempos precursores de tormenta, en que la naturaleza, como inmóvil en lo exterior, é interiormente agitada, parece que oprime á los mortales, añadiendo cierto entorpecimiento á todo trabajo, á la ociosidad y á la misma existencia. Pero con especialidad en aquel sitio, destinado expresamente á los padecimientos y á la muerte, se veia el hombre luchando con el mal ceder á este nuevo género de opresion. A ojos vistas empeoraban los enfermos á millares: la última lucha era más penosa, y con el aumento de los dolores salian más agudos los gemidos, por manera que quizá en aquel recinto no habia pasado otra hora tan amarga como ésta.

Hacía ya bastante tiempo que infructuosamente recorria Lorenzo los tortuosos callejones que formaban las cabañas, cuando entre la variedad de los lamentos y la confusion de aquel murmullo, empezó á distinguir una mezcla de balidos de cabras y llantos de niños, que al parecer salian de un recinto cercado de tablones.

Acercóse á mirar por una larga rendija, y vió en lo interior diferentes cabañas; y tanto en ellas como en el espacio desocupado, en lugar de la acostumbrada enfermería, niños tendidos sobre sábanas, cobertores 6 almohadas, y amas de leche y otras mujeres ocupadas en asistirlos; pero sobre todo llamaban la atencion várias cabras que, mez-