Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/488

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 476 —

cladas con las mujeres, las ayudaban en aquel ejercicio:

en fin, era un hospital para inocentes, cual el tiempo y las circunstancias podian proporcionarlo. Era de ver cómo algunos de aquellos animales, tendidos y quietos sobre otros tantos niños, tes daban de mamar, y otros acudiendo al vagido como por instinto materno, se paraban cerca de la inocente criatura, y procurando acomodarse sobre ella, balaban como pidiendo que alguno acudiese á ayudar á los dos en su intento.

Veianse sentadas en diferentcs partes nodrizas con niños al pecho, y algunas con tales demostraciones de cariño, que no era fàcil distinguir si allí las habia traido el estipendio, ó aquella espontánea caridad que va en busca de necesidades y penas para socorrerlas 6 aliviarlas, Una de ellas, toda afanosa, quitaba de su pecho agotado á una cuitada criatura, é iba á buscar una cabra que hiciese sus veces: olra miraba con complacencia al que se le habia quedado dormido sobre el pecho, y besándole suavemente iba á acostarle á su barraquilla, y otra abandonando el pecho á un niño extraño, no por distraccion, sino con ånimo devoto, tenía los ojos levantados al cielo. Y qué otra cosa podrian indicar aquella actitud y tiernas miradas, sino que otro niño nacido de sus entrañas habia quizá poco ántes mamado aquel pecho, y tal vez espirado sobre él? Otras mujeres de más edad y diferentes disposiciones estaban ocupadas en otras faenas. Una acudia å los vagidos de un niño hambriento, lo llevaba adonde pacia una cabra cerca de un monton de hierba fresea, y se le aproximaba, procurando con la voz y los actos que el inexperto animal se prestase fácilmente al necesario oficio de alimentarlo. Otra corria á sosegar una cabra que desechaba á un inocente, ocupada en dar de mamar al que se habia ya aficionado; y otra paseaba el suyo, y meciéndole en sus brazos, ya procuraba dormirle con arrullos, ya intentaba acallarlo con cariñosas palabras, llamándole con un nombre ella misma le habia aplicado. En esto llegó un caque puchino con la barba muy blanca, el cual traia en cada brazo á un niño llorando, que acababa de retirar del lado de sus difuntas madres. Corrió á recogerlos una mujer, buscando con la vista entre las amas y las cabras las que pudieran servirles de nodrizas.

Preocupado Lorenzo con su asunto, se separó más de una vez de la rendija para marcharse, y luégo se volvió otra vez á aplicarla por un momento.