Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/498

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 486 —

alcanzado, se paró para recorrerle con los ojos, sin ver más que cabezas, de las cuales habia en el medio cierto número con pañuelos y velos. Allí fijó la vista con más atencion; pero no encontrando otra cosa, la dirigió á donde todos los demas tenian puesta la suya. Dejóle admirado y conmovido el venerable aspecto del orador, y con la parte de atencion que aún podia aplicar á este punio, estuvo escuchando el irozo siguiente de aquella plática:

«Consagremos un pensamiento á mil y mil individuos que han salido por esa puerta,-decia el padre Félix señalando con el dedo á la espalda la que conduce al cementerio llamado de San Gregorio, que entónces estaba reducido á una inmensa zanja;-echemos una mirada á los mil y mil que aún quedan aquí sin saber por dónde saldrán, y echemos otra á nosotros que, tan pocos como somos, salimos á salvo. ¡Bendito y alabado sea el Señor! ¡Bendito en su justicia! ;bendito en su misericordia! ;bendito en la muerte! ¡bendito en la salud! y ¡bendito por la eleccion que se ha dignado bacer de nosotros! ¡Ah! ¿con qué otro fin lo habrá querido, hijos mios, sino para conservarse un pequeño pueblo, corregido en la afliccion, y enfervorizado con el agradecimiento? para que penetrándonos mejor de que la vida es un beneficio suyo, hagamos de ella el aprecio que merece un don que debemos á su bondad infinita, y le empleemos en obras que podamos ofrecerle; y, últimamente, para que la memoria de nuestros padecimientos nos haga más compasivos y benéficos para con nuestro prójimo.

Edifiquemos entre tanto con nuestro porte á estos en cuya compañia hemos padecido, temido y esperado, y entre los cuales dejamos amigos y parientes, y que tocos al cabo son hermanos nuestros: entre éstos, aquellos especialmente que nos verán pasar, y á quienes acaso servirá de consuelo el pensar que algunos salen vivos y sanos. ¡No permita Dios que descubran en nosotros un gozo desmedido por haber evitado una muerte contra la cual ellos luchan todavía!

»Hagámosles ver que nos marchamos dando gracias por nosotros, y rogando por ellos; y ofrezcámosles motivo para que puedan decir: éstos, áun fuera de aquí, se acordarán de nosotros, é implorarán la clemencia del cielo para estos pobres desgraciados. Empecemos desde este viaje, desde estos primeros pasos, una vida toda de caridad. Los que habeis adquirido vuestro antiguo vigor, ofreced un brazo fraternal á los débiles: jóvenes, sostened á los ancianos; los que habeis quedado sin hijos, ved àlrededor de vos-