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| | hombre de juicio como él, no puede imaginar cosas de esta naturaleza... Pero ;á quién me llevó á ver!...

Y aquí contó la visita de la cabaña. Sin embargo de que el haber permanecido Lucía en aquella morada debia haberla acostumbrado á las impresiones más fuertes, no pudo dejar de estremecerse de lástima y de dolor.

—Y tambien allí,-prosiguió Lorenzo,-ha hablado como un santo. Ha dicho que el Señor quizá queria salvar aquel desgraciado... no puedo ahora darle otro nombre, que aguarda para cogerle en buena hora; pero quiere que nosotros se lo supliquemos juntos; juntos, ¿me entiendes?

—Sí, si, rezaremos cada uno donde Dios querrá que nos hallemos. El sabrá juntar las oraciones.

—Yo te digo sus propias palabras.

—Pero, Lorenzo, el Padre no sabe...

— Mas tú no quieres entender que cuando es un santo el que habla, es Dios quien lo inspira y le hace hablar, y si la cosa no fuera verdaderamente así, no hubiera hablado de aquella manera... Y el alıma de aquel desdichado? Yo bien he rezado por él, y rezaré todavía como si fuera un hermano mio; pero ¿cómo quieres tú que le vaya en el otro mundo, si en este no se arreglan las cosas, y no se deshace el mal que él hizo? Poniéndote tú en la razon, entónces todo queda como ántes; lo hecho hecho, y él sufrió su pena por acá.

—No, Lorenzo, no: Dios no quiere que se haga el mal, para usar luégo su Divina Majestad de misericordia: por esta parte deja que obre el Señor; nosotros no tenemos más que hacer sino suplicarle. Si yo me hubiera muerto en aquella fata! noche, ¿hubiera por esto dejado de perdonarle? Si yo al contrario me ví milagrosamente libre...

—Y tu madre, esa buena Inés, que siempre me ha querido tanto, y que anhelaba con tantas véras vernos casados... ¿No te lo ha dicho ella tambien, que la tuya era una idea torcida? Bien sabes que en otras cosas te ha becho conocer la razon, porque ella piensa con más juicio que tú.

—Mi madre! ¿Cómo crees tú que mi madre pudiera aconsejarme que faltase yo á una promesa? Lorenzo, tú has perdido el juicio.

—iQuieres que te lo diga como lo pienso? Vosotras las mujeres nada entendeis de estas cosas. El padre Cristóbal me ha dicho que en encontrándote, vuelva å verme con él.

Voy á eso. Lo oiremos; oiremos lo que dice...

—Sí; véte á ver á ese santo varon. Dile que yo ruego á