Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/509

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 497 —

techos, los arcos del pórtico, la media naranja de la caplla, y los bumildes remates de las cabañas: los truenos que con estrépito repentino sonaban, corrian con continuado ruido de una á otra region del cielo. Seguia el jóven atentamente su camino, y con el ánimo lleno de nquieta expectacion, retardando con violencia el paso para acomodarle á las débiles luerzas de su compañero, que cansado con los trabajos, agravado con el mal, y oprimido el pecho con el ánsia, caminaba fatigosamente, levantando de tiempo en tiempo al eielo el macilento rostro como para buscar una respiracion más libre.

Al llegar á la cabaña, se paró Lorenzo, volvióse, y con voz trémula dijo:

—Aquí está.

Entraron... «Ellos son,» dice la mujer de la cama; se vuelve Lucia, se levanta con precipitacion, corre á recibir al anciano, exclamando:

—Dios mio! ¿A quién veo? ¡Ah, padre Cristóbal!

—¿Y bien, Lucia? ¡De cuanlas angustias le ha librado el Señor! Debes estar bien contenta de haber siempre confiado en él.

—Ah, si, señor! ¿Pero usted, Padre?.. ;Válgame Dios! ¡Y qué cambiado esta usted! ¿Cómo se hal.a, digame usted, cómo se halla?

—Como Dios quiere, y como con su gracia quiero yo tambien,-contestó el Padre á Lucia con rustro sereno; y llamándola aparte, añadió:-Escucha; yo no puedo quedarme aqui sino pocos momentos. ¿Estas dispuesta á confiar en mí con.o ántes?

—iAb! ¿no es usted siempre mi padre Crist6bal?

—Hija, já qué se reduce, pues, ese voto de que me ha hablado Lorenzo?

—Es una promesa que he hecho á la Vírgen Santísima de no casarme.

— Pero įte acordaste entónces que estabas comprometida de antemano con otra promesa?

—Tratándose del Señor y de la Virgen, no pensé en cllo.

—Hija, el Señor agradece los saerificios y los ofrecimientos, cuando los hacemos de lo que nos pertenece. Lo que el Señor quiere es el corazon y la voluutad; pero tú no podias ofrecerle la voluntad de olro con quien estabas comprometida.

—¿Y be hecho mal?

—No, hija mia, no te aflijas por esto, porque yo creo que la Vírgen habrá agradecido la intencion de lu corazon 32