Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/510

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 498 —

afligıdo, y lo habrá ofrecido á Dios por tí. Pero dime, ¿no te has aconsejado con nadie acerca de este punto?

—Yo nunca creí que fuese eosa de que hubiera de confesarme, pues se sabe que el poco bien que se puede hacer no hay necesidad de contarlo.

—No tienes ningun motivo que te impida cumplir la promesa que hiciste á Lorenzo?

—En cuanto á esto... yo por m... ¿qué motivo?... no sé... me parece que ningun otro,-contestó Lucía con cierta perplejidad, que todo podia anunciar menos la incertidumbre de su pensamiento, y su rostro, todavía descolorido de la enfermedad, se encendió, cubriéndose de improviso rubor.

—¿Crees tú,-dijo el anciano,-que Dios ha dado á su Iglesia la autoridad de dispensar, 6 confirmar, segun convenga para el mayor bien, las deudas y obligaciones que los hombres hayan contraido con él?

—Sí, señor, que lo creo.

—Sabe, pues, que nosotros, destinados á la cura de las almas en este recinto, tenemos las más ámplias facultades de la Iglesia para todos los que acuden á nosotros, y que, por consiguiente, yo puedo, como tú lo pidas, dispensarte de la ohligacion, cualquiera que sea la que hayas podido contraer con ese voto.

—Pero ino será pecado volverse atras, arrepentirse de una promesa hecha á la Virgen? Yo entónces la hice de todo corazon,-dijo Lucia, extraordinariamente agitada al embate (confesémoslo) de tan inesperada esperanza, contrariada por un temor que fortificaron todos sus pensamientos en que hacia tanto tiempo que exclusivamenie se ocupaba.

—¿Pecado, hija mia?-dijo el Padre;-ipecado recurrir á la Iglesia, y pedir á uno de sus ministros que emplee la autoridad que recibió de la misma Iglesia, y que esta ha recibido de Dios? Yo he visto cómo los dos estabais destinados á uniros: y si alguna vez me ha parecido que Dios habia criado á dos personas para unirlas con un vínculo santo, erais y sois vosotros: ahora, pues, no veo razon alguna para que Dios os quiera separar, y le bendigo, y le doy gracias, por haberme dado, aunque indigno ministro suyo, la facultad de hablar en su nombre, y dispensarte de tn ofrecimiento. En fin, si tú pides que te declare libre de ese voto, no sólo no titubearé en hacerlo, sino que deseo que lo pidas.

—Entinces... entónces... yo lo pido,-dijo Lucía con rostro turbado únicamente por el pudor.