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-¡Hola!-dijo,-;lan presto! ;con este tiempo! ¿cómo ha ido?

—La encontré, la encontré,-contestó Lorenzo.

—¿Buena?

—Restablecida ya, que es mejor. Muchos motivos tengo para dar gracias al Señor y á su Sanlisima Madre, pues vivo. ¡Cosas grandes, amigo! ya te contaré: ¡qué cosas!

—Pero ¡cómo estás!

—Estoy guapo, įeh?

—A la verdad que el agua que te chorrea de medio cuerpo arriba pudiera lavarte de medio cuerpo abajo.

Aguarda, aguarda, que voy á hacerte una buena logata.

—Te lo agradezeo. abes dónde me cog? justamente á la puerta del Lazareto: pero esto ne es nada; el tiempo hace su oficio, y yo hago el mio.

El amigo se fué, y volvió con dos brazadas de leña; puso una en el suelo y echó la otra en la chimenea, y á beneficio de unas cuantas ascuas que quedaron por la noche, no tardó en levantarse una gran llama. Quitóse Lorenzo el sombrero, le saeadió dos ó tres veces y le tiró al suelo; pero no pudo quitarse tan presto el gaban. Sacó lambien de la fallriquera de los calzones su cuchillo, con la vaina tan esponjada que parecia de tripas, y le puso sobre una mesita, diciendo:

—iQué bueno está tambien éste! pero, en fin, gracias á Dios, que no es más que agua. Mi vida, amigo, ha estado en un tris: ya te diré (y se estregaba las manos). Ahora hazme otro favor,-añadió;-tráeme aquel lio que te dejé porque ántes que esta ropa se seque va largo.

Vuelto con el lio el amigo, le dijo:

—Creo que no dejarás de tener ganas; que beber no te habrá faltado en el camino, pero comer...

—Ayer por la tarde encontrẻ donde comprar dos panes; pero á la verdad, no me han ilegado á un diente.

—Deja,-dijo el amigo, y echó agua en un perolito, la puso á la lumbre, y añadió:-voy por leche: cuando vuelva, el agua estará caliente, y haremos una buena polenta:

tú entretanto componte á tu gusto.

Quedando Lorenzo sólo, se quit6 de encima, no sin trabajo, el resto de la ropa, que estaba como encolada á la carne, se secó bien y se volvió á vestir de piés á cabeza.

Volvió el amigo, emprendió la faena de la polenta, y entretanto f.orenzo se quedó sentado aguardando.

—Ahora-dijo-voy sintiendo que estoy cansado. La tirada es buena; pero no es nada: tengo que contarte para