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| —-Ahora, pues,-dijo Lorenzo,-hable usted latin cuanto quiera, que nada me importa.

—Puesto que tú estás tan mal con el latin, no tengas cuidado, que yo te arreglaré,-dijo D. Abundo.-Cuando tú te presentes con esa, para que yo te diga ciertas palabritas en latin, yo te diré: tú no gustas de latines; véte, pues.

Y entónces?

—Yo bien me entiendo,-replicó Lorenzo;-no es ese el latin que me asusta; otros son los latines que me desagradan; aquellos, por ejemplo, con que antaño...

—Calla, majadero! calla y no revuelvas cosas pasadas, que si hubiéramos de ajustar las cuentas, yo no sé quién ganaria. ¡Algunas me habeis hecho de tomo y lomo! De tf Do lo extraño, porque siempre has sido un tunantuelo; pero sí de esa mosquita muerta, que parece que en su vida ba quebrado un plato: aunque yo bien sé quién la habia aleccionado (señalando cen el dedo á Inés). Pero, en fin, dodo lo perdono.

.. La noiicia de la muerte de D. Rodrigo habia infundido tal ánimo en nuestro D. Abundo, que nunca acabaríamos si quisiéramos trasladar todas las chanzas y chistes con que entretuvo á los concurrentes, deteniéndolos más de una vez cuando estaban para marcharse, tanto, que hasta en la puerta misma no dejó de entretenerlos algunos instantes con su conversacion.

Recibió al dia siguiente una visita tanto más agradable cuanto ménos esperada; la del Marqués de que se habia hablado el anterior.

Era éste de una edad entre la virilidad y la vejez: su presencia justificaba lo que de sus calidades pregonaba la fama. Ingenuo, franco, llano, benéfico, lleno de dignidad, y con cierta apariencia de tristeza resignada.

—Vengo-dijo-á saludar á,usted de parte del Cardenalarzobispo.

—jAh! ¡qué favor! 1qué bondad de ambos!

—Cuando fui á despedirme de aquel incomparable varon, que me honra con su amistad, me habló de dos novios jóvenes de esta parroquia, que tavieron que sufrir mucho por causa del malaventrado D. Rodrigo. Monseñor desea tener noticia de ellos. ¿Viven? ¿Se han arreglado sus asuntos?

—Si, señor, ya todo está arreglado, y yo justamente me habia propuesto escribir á su Eminencia; pero ahora que tengo la honra...

—Están aquí?