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El caballero, que estaba en actitud de forzada condescendencia y de ira comprimida, se conmovió tambien al oir aquellas palabras, y bajándose hácia el religioso, le dijo con voz alterada:

—Levántese, Padre... la ofensa... el hecho á la verdad... mas el hábito que usted lleva, y tambien por usted; pero Padre, levántese... Mi 1:ermano... no puedo negarlo, era un caballero... un hombre... algo precipitado... algo vivo. Es cierto que todo sucede por disposicion de Dios...

No se hable ya del asunto... Pero, Padre, usted no debe estar en esa postura.

Y cogiéndole del brazo le levant6. Fray Cristóbal de pié, pero con la cabeza baja, contestó:

—¿Conque podré esperar que usted me perdone? Y si usted me concede su perdon, ¿de quién no podré esperarle? ¡Ah! si yo pudiera oir de su boca esa palabra: iperdon!

—jPerdon!-replicó el caballero;-ya usted no lo necesita; pero pues lo desea, yo le perdono de corazon, y todos...

¡Todos, todos!-gritaron á la vez los circunstantes.

Manifestáronse entónces en la cara del religioso gozo y agradecimiento, sin que por eso se dejase de traslucir un profundo arrepentimiento del mal que no reparaba suftcientemente el perdon de los hombres. Conmovido el caballero por sí mismo y por la comun exaltacion de los circunstantes, echó los brazos al cuello á fray Cristóbal, dió y recibió el ósculo de paz. Un ¡bravo! un ¡muy bien! repetido resonó por todas partes. Agolpáronse todos y rodearon al religioso.

Llegaron entretanto los criados con abundantes refrescos, y acercándose el caballero á fray Cristóbal, que indicaba querer despedirse, le dijo:

—Padre, tome usted alguna cosa: déme usted esta prueba de amistad.

Y se dispuso á servirle ántes que á los demas; pero negándose el padre Cristóbal con urbana y afectuosa resis tencia:

—Estas cosas-dijo-no son ya para mi; pero no permita Dios que yo deseche sus ofrecimientos. Estoy para ponerme en camino: tenga usted, pues, la bondad de mandarme traer un pan para que pueda yo decir que he disfrutado su limosna, que he comido su pan, y que he consegu:do una señal de su perdon.

Habiéndolo mandado así el caballero, se presentó el mayordomo con un pan en una bandeja de plata, poniénle