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CCXXIII.

Entretanto , Jerges al salir el solhizo sus liba ciones , y dejando pasar algun tiempo a la hora que suele la plaza estar llena ya de gente , mandó avanzar, pues así se lo habia avisado Epialtes, puesto que la bajada delmon te era más breve y el trecho mucro más corto que no el rodeo y la subida . ibanse acercando los bárbaros salidos del campo de Jerges, y los Griegos conducidos por Leoni das , como hombres que salian á encontrar con la muerto misma[1] , se adelantaron muchomás de lo que antes ha cian , hasta el sitio más dilatado de aquel estrecho, no te niendo ya como ántes guardadas las espaldas con la forti ficacion de la muralla . Entonces, pues, viniendo a las ma nos con el enemigo fuera de aquellas angosturas los que peleaban en los dias anleriores contenidos dentro de ellas, cra mayor la riza y cajan en más crecido número los bár baros. A esto contribuia no poco el que los oficiales de aquellas compañías, puestos á las espaldas de la tropa con el látigo en la mano, obligaban á golpes á que avanzase cada soldado , naciendo de aquí que muchos caidos en la mar se ahogasen , y que muchos más, estrujados y holla dos los unos á los pies de los otros, quedasen allí tendi dos , sin curarse en nada del infeliz que perecia . Y los Grie gos, como los que sabian haber de morir á manos de las tropas que bajaban por aquel rodeo de los montes, hacian el último esfuerzo de su brazo contra los bárbaros, des preciando la vida y peleando desesperados.

CCXXIV. En el calor del choque , rotas las lanzas de la mayor parte de los combatientes Espartanos, iban con la espada desnuda haciendo carnicería en los Persaz. En esta refriega cae Leonidas peleando como varon esforzado , y con él juntamente muchos otros famosos Espartanos, y


  1. Son célebres las palabras que dijo Leonidas á los suyos: «Co med como quien ha de cenar con Pluton ., No es creible, empero, que em bisii ra de noche el campo de Jerges con ánimo dematar al rey, por mas que Divuoro, Justino y Plutarcu lo escriban .