Ir al contenido

Página:Los poemas éroticos de Ovidio - Tomo I - Biblioteca Clásica CCXXXIX.pdf/313

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
308
Ovidio

secunde los esfuerzos que hago por su salvación. ¡Oh Febo, inventor de la Poesía y la Medicinal, yo te invoco al principio de mi empresa; ciñe mis sienes de laureles, ven y socorre al que escribe como poeta y como médico, pues las dos artes están bajo tu divina tutela.

Si te arrepientes cuando aún no has entregado del todo tu corazón, entonces será el momento de detener los primeros pasos; destruye los gérmenes recientes de la súbita enfermedad, y que desde el principio de la carrera tu caballo se resista a pasar adelante. Todo cobra fuerzas con el tiempo: el tiempo madura los racimos y convierte la hierba en altas espigas; el árbol que ofrece a los paseantes opaca sombra, al tiempo que se plantó fué una débil vara que podía arrancarse de la tierra con las manos; ahora ha cobrado fuerzas y resiste con sus vigorosas raíces. Que un examen rápido y certero te dé a conocer el objeto de tu predilección, si quieres sacudir el yugo que se apresta a cargar sobre tu cuello. Rebélate desde el primer instante; la medicina no surte efecto si el mal se agrava con la negligencia. Apresúrate y no difieras día tras día la curación; de no emprenderla hoy, mañana te será más difícil.

El Amor es fecundo en pretextos y encuentra su alimento en demorar las resoluciones; el día más próximo es el mejor para romper sus lazos. Verás pocos ríos caudalosos en la proximidad de sus fuentes, y muchos que engruesan con las aguas recogidas de cien arroyos. Si hubieras reflexionado sobre la enormidad de tu crimen, joh Mirral, no ocultaría tu rostro la vergüenza bajo la corteza de un árbol. Yo he visto