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—Histerismo. Fiebre nerviosa; tanto de esto y tanto de lo otro y tanto de lo más allá, cada hora. Y mucho reposo. Pero nada absolutamente de gravedad. Un ataque como otro cualquiera. Enfermedad muy común en las dalagas; sobre todo, en las dalagas que sueñan de amor...
Y luego nada. La voz que desaparecía; y todo negro, Y algo que le daban á beber de un sabor algo amargo y muy raro. Y luego de todo, un sueño en reposo, dulcísimo, fortificador, en el que Bernardo Katig, se le aparecía para hablarle celestialmente:
—¡Si vieras cómo te amo! ¡cómo te suspiro! ¡cómo te sueño! Todo besándole, á cada palabra, sobre los mismos labios.
El honorable Albay tronaba. ¿Quién sería