cuando estemos metidos en nuestras cavernas de Noruega, sentados alrededor de las mesas de cristal de roca, bebiendo hidromiel en grandes cuernos de oro sacados de las sepulturas donde reposan los reyes de los humanos. Y cuando te canses, la reina de las ondinas, que viene á vernos con frecuencia, nos divertirá con sus cantos. ¡Vaya! verás qué vida tan alegre y regalada rasamos. Pero, ¿en dónde están mis dos galopines?
Se habían separado de la compañia para continuar sus grosems diabluras, y se estaban divirtiendo en apagar los pobres fuegos fatuos que con tan buena voluntad se habían ofrecido para animar la fiesta.
« Vamos, tunantes, dijo el padre, acercaos y escoged cada cual á una de estas princesas por esposa. Procurad que vuestra eleccion sea tan acertada como la mia.
Pero los gnomitos declararon que las hijas del rey de los olmos les parecían muy zalameras, y que preferian casarse con una robusla gnorna de su tierra, que no hiciese asco de sus modales. Nadie insistió y ellos empezaron á vaciar toneles de hidromiel y á brindar hasta que cayeron redondos debajo de la mesa.
Mientras tanto, el viejo de Dovre bailó un rigodón con su novia y á lo mejor la metió en una de sus grandes bolas forradas, la llevó en triunfo y pidió al rey de los olmos que les diese su bendición.