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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

En efecto, si el hijo de la Santísima Virgen María es Dios, la que lo engendró ciertamente debe llamarse con todo derecho Madre de Dios; si una es la persona de Jesucristo, y esta divina, sin duda María debe ser llamada por todos no sólo Madre de Cristo hombre, sino Deipara[a] o "Theotòcos". Por eso, la que por Isabel su prima es saludada "Madre de mi Señor"[1], de quien Ignacio Mártir dice que dio a luz a Dios[2], y de quien Tertuliano declara que nació Dios[3], a quien todos veneramos como Generatriz de Dios[b], a quien el eterno Dios confirió la plenitud de la gracia y la elevó a tan gran dignidad

Por tanto, nadie podría rechazar esta verdad, que nos fue transmitida desde el principio de la Iglesia, por el hecho de que la Santísima Virgen entregó su cuerpo a Jesucristo, sin generar, sin embargo, al Verbo del Padre celestial; de hecho, como ya en su tiempo Cirilo[4] respondió acertada y , de la misma manera que todas las otras mujeres en cuyo seno se genera nuestro cuerpo pero no el alma, dicen que son verdaderamente madres, Asimismo, obtuvo la maternidad divina de la única persona de su Hijo.

Por tanto, con razón, el Concilio de Éfeso volvió a reprobar solemnemente la impía sentencia de Nestorio, que el Romano Pontífice, movido por el Espíritu divino, había condenado un año antes.

Y el pueblo de Éfeso movido por tanta devoción y ardiente amor por la Virgen Madre de Dios, apenas se enteró de la sentencia pronunciada por los Padres del Concilio, los aclamaron con alegre efusión de espíritu y, portando antorchas encendidas, una multitud compacta los acompañó a sus casas. Y, por supuesto, la misma gran Madre de Dios, sonriendo dulcemente desde el cielo ante tan maravillosa vista,

  1. Lc 1, 43.
  2. Ignacio de Antioquia, Epístola a los Efesios, 7. 18-20
  3. Mansi, loc. cit., 4, 599.
  4. Cirilo de Alejandría, De carne Christo 17, P.L., II, 781.
  1. Mantenemos en la traducción el término latino utilizado en el original -Deipara- que evita cualquier sentido metafórico que pudiese tener el sintagma mater Dei
  2. Traducimos el acusativo del original latino -almam Dei Paremtem- como Generatriz de Dios, mantiene así el carácter material, carnal, de la afirmación de Tertuliano