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Buenos Aires, al mando de don Juan Ramón Balcarce, mientras yo iba á la dicha ciudad, para ver la compañía de blandengues, que se componía de cuarenta soldados y sesenta reclutas.

Luego que pasaron todos al nominado pueblo de La Bajada, me di á reconocer de General en Jefe, y nombré de mayor general á don Nicolás Machain, dándole, mientras yo llegaba, mis órdenes é instrucciones.

Así que la tropa y artillería que ya he referido, como dos piezas de á dos, que arreglé, de cuatro que tenía el ya referido cuerpo de caballería de la Patria, y cuanto pertenecía á este que se llamaba ejército, se había transportado á La Bajada, me puse en marcha, para ordenarlo y organizarlo.

Hallándome allí, recibí aviso del Gobierno, de que me mandaba doscientos patricios, pues por las noticias que tuvo del Paraguay, creyó que la cosa era más seria que lo que se había pensado, y puso también á mi disposición las milicias que tenía el gobernador de Misiones, Rocamora, en Yapeyú, con nueve ó diez dragones que le acompañaban.

Mientras llegaban los doscientos patricios, que vinieron al mando del teniente coronel don Gregorio Perdriel, aprontaba las milicias del Paraná, las carretas y animales, para la conducción de aquella, y caballada para la artillería y tropa.

Debo hacer aquí el mayor elogio del pueblo del Paraná y toda su jurisdicción: á porfía se empeñaban en servir, y aquellos buenos vecinos de la campaña, abandonaban todo, con gusto, para ser de la expedición, y auxiliar al ejército, de cuantos modos les era posible.