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Montevideo, Michelena, desengañado de la inutilidad de sus esfuerzos, y quién sabe si se hubiera dejado tomar, pués le unian lazos á Buenos Aires, de que no podia desentenderse.

Mientras sucedía esto, iba yo en marcha, recorriendo las divisiones del ejército, para observar si se guardaban mis órdenes, y si todo seguía del modo que me había propuesto, y así, un día estaba en la 4° división, y otro día en la 2° y 1°, de modo que los jefes ignoraban, cuando estaría con ellos, y su cuidado era extremo, y así es, que en solo el camino, logré establecer la subordinación de un modo encantador, y sin que fueran precisos mayores castigos.

En Alcaráz, tuve la noticia del desembarco de los de Montevideo en el Arroyo de la China, y di la orden para que Balcarce se me viniese á reunir; entonces, me parece, insistí al Gobierno para ir á atacarlos, y recibí su contestación en Curuzú-Cuatiá, de que siguiese mi marcha, como he dicho.

Había principiado la deserción, principalmente en los de caballería de la Patria, y habiendo yo mismo encontrado dos, los hice prender con mi escolta, y conducirlos hasta el pueblo de Curuzú-Cuatiá, donde los man-