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en concepto de literatos. Nada me dijo del interior; guardó la mayor reserva; tal vez se complacería al ver nuestro corto número, con la idea de que seríamos batidos.

Todavía no me arredré de la empresa; la gente que llevaba, revestía un espíritu digno de los héroes, y al mismo tiempo, me decía á mí mismo: "Puede ser que encontremos con los de nuestro partido, y que acaso viéndonos, se nos reúnan, no efectuándolo antes, por la opresión en que están". Pasé adelante, con un millón de trabajos, lluvias inmensas, arroyos todos á nado, y sin más auxilios que los que llevábamos, y algunos caballos y ganados, que sacábamos de los lugares en que los tenían ocultos, para lo que presta muy buena proporción aquella provincia, por los bosques y montañas cubiertos de ellos, particularmente hacia la parte del camino que llevábamos.

Atravesando el arroyo, la partida exploradora del ejército, al mando de mi ayudante Artigas, descubrió una partida de paraguayos, que luego que vieron á aquella, corrieron con la mayor precipitación. Esto me engolosinó más y más, y marché hasta el arroyo de Ibañez, que encontré á nado. Al instante pasó el mismo Artigas y otros, y vinieron á darme parte de que se veía mucha gente, hacia la parte del Paraguary, que distaría de allí como una legua de las nuestras.

Inmediatamente hice echar el bote al agua, y pasé á verlo por mí mismo, y como encontrara un montecito, á distancia de dos millas, cubierto de bosque, una altura que allí se presentara, en un llano espacioso que media hacia el Paraguary, me fui á él, eché el anteojo, y ví