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ANGÉLICA MENDOZA

sus “colegas” se saludan con el significado de una her- mandad. No toleran en cambio que en su recorrido se les interponga otra; entonces son feroces.

No conciben que una prostituta tenga una hermana que aún no haya largado al “trabajo”; ésto significa una defección que no pueden admitir.

Sin embargo son incapaces de rebasar el concepto con que la sociedad las envuelve; no pueden prescin- dir de él ni olvidarlo. No permiten que nadie las cali- fique, pero éllas mismas se insultan entre sí echándo- se en cara su condición de prostitutas. Significa ésto, que en su limitada vida interior aceptan el desprecio y se consideran despreciables. Cuando algunas de éllas, olvidando sus deberes, juzga desfavorablemente algún gesto o actitud de otra, las demás le dicen:

—“'¡ Callate! ¡Todas somos iguales! ¡Todas somos mujeres de la vida!”

Con las detenidas sociales guardan una curiosidad hostil. Cuando pueden las ofenden con el gesto y pala- bra. La reserva y la seriedad de las presas políticas las irrita; entonces se hacen provocadoras peligrosas.

—“1Si estas decentes se asustan o nos tienen asco, que no vengan al Asilo! ¡Esto es para las girantas!”

Su comentario ante cinco compañeras que fueron conducidas alli, fué el siguiente:

—¡“Qué lástima! ¡Hay algunas tan bonitas!”

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