CÁRCEL DE MUJERES
testaron afirmativamente a la primera pregunta. Una hacía apenas un año que se había “largado” y aún no conseguía sacar su anterior sueldo de mucama; la otra era ya vieja y decía tener que vencer muchas di- ficultades para hacer la honrada a los cincuenta años.
En cuánto a la segunda pregunta obtuve respuestas muy concretas: “Se trabaja como un burro y no se gana nada”, “Se muere uno de hambre y cuando quie- ren los patrones nos echan a la calle”.
En la lucha social son pues tan negativas como cual- quier mujer burguesa; son burguesas por su mentali- dad y lumper proletarias por su condición social. No con- ciben una sociedad distinta. No se creen explotadas ni víctimas del régimen, porque si lo entendieran así, dejarían de ser prostitutas o ladronas, Ignoran el significado social de su existencia. Sólo saben que el matrimonio burgués exige la virginidad fe- menina pero no la musculina, pues mientras el hom- bre inicia con ella su experiencia sexual a los trece años, la mujer debe anular sus años mozos y aguardar el matrimonio, Sabe que toda la vida sexual del hom- bre desde la pubertad, la segunda juventud está re- suelta dentro de la prostitución y solo se preocupan de llenar su misión lo más fructíferamente posible. Na- turalmente que sin previsión, sin inteligencia.
Algunas de esas mujeres han conocido la maternidad. Esa creación sentimental de la madre a que nos tie- nen acostumbrados la moralista literatura burguesa, no la he visto encarnada en ninguna de esas jóvenes desaprensivas ni en esas viejas claudicantes.
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