CARCEL DE MUJERES
social de la esclavitud femenina, encierra a estas muje- jeres, en el círculo de hierro del comercio sexual sus- trayéndola a cualquier otra preocupación, anulándolas para todo lo que no sea su mecánica jornada.
Frente a éllas, hay en cambio, hombres solos, torpes, ingenuos o pervertidos, que necesitan amar; mientras millones de mujeres honestas se agostan en la prohibi- ción de la moral, a la espera del marido que tarda en llegar.
Caen todas las mañanas nuevas mujeres.
—“Antes, a causa de las elecciones, dejaban tranqui- las a las mujeres. Pero, como ahora no tienen nada qué hacer, empiezan de nuevo”,
Estamos en clase.
María Gauna acentúa su tic nervioso. Una mujer re- cibe la orden de retirarse. Son cuarenta años deshechos, atorrantes y sucios. Al salir, se dirige 2 un grupo de prostitutas jóvenes :
—“¡A ver, démen pintura y crema pa” arreglarme; si no, no me va a querer mi compañero!”
Las otras se sonríen de soslayo. La mujer se pone vaselina en el rostro, se colorea con carmín y se empol- va. Nota las sonrisas.
—“¡ Qué quieren las que me miran! ¡Al fin y «l cabo todas somos mujeres de la vida!”
Termina de pintarse y sale arrastrando las chancle- tas.
— 4