ANGÉLICA MENDOZA
chistando, pero las mujeres ociosas, bajan el tono de voz y siguen charlando.
—-““Es mejor el trabajo en una casa seria. Ahora es muy difícil ganar la plata, y a los canas hay que darles algo, y al comisario casi todo. Ahora los hombres se hacen programitas con las muchachas y no quieren pagar. Prefieren el pasto del Bosque, o el automóvil, a mis camas de bronce con buen colchón y sábanas... ¡Ya no se puede vivir!”
A María Gauna le ha sido concedida una gracia en vísperas de navidad. Puede salir. Todas las mujeres la palmean, pero María se echa a llorar desesperada.
—“¡Yo no quiero la libertad! Yo no quiero andar de vaga pidiendo limosna en los boliches la nochebue- na! ¡Toda la gente tiene un lugar donde estar, cómo yo tenía antes! ¡No quiero, nó!”
Se aproxima Navidad y las religiosas preparan los actos en la Capilla.
Las presas sociales no responden a esa táctica. Pero las monjas aprovechan el instante en que éllas, cosen o bordan y se acercan amistosas.
—“¿Por qué no reza una novena a la virgen para que la ayuden a salir pronto?”
Las cinco compañeras nos hemos mirado sonriente ante la ingenuidad.
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