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CÁRCEL DE MUJERES

Habla quejumbrosamente, se lamenta de su trabajo y tiene el genio pronto. Es lista y es la encargada de hacer las compras que le piden las recluídas. Recoge moneda a moneda. Nada se escapa a su sórdida avidez de dinero. ¿A qué manos irá a parar si élla reduce al mínimo sus necesidades?

Juanita es gentil y déspota. Es absurdamente feme- nina y hondamente burguesa. Debe ser francesa.

A veces tiene actitudes maternales, otras es una har- pía que se revuelve contra su misma estirpe. Puede se- guirse con élla una táctica eficaz; darle propina y no molestarla cuando almuerza. Pero en su miseria moral hay de vez en cuando una sutil línea de nobleza. ¿Tal- vez la ancianidad, talvez su experiencia ?

Carmen es la gallega que vigila el dormitorio alto. Es confidente de las mujeres, les presta dinero con cier- to interés y se encarga de cuidar sus avíos. De pie a cabeza, es un producto del surco donde se cosechan papas y se deshacen terrones de sol a sol. Flaca, vieja de una eternidad, pués atesora toda la gama de la mal- dad maliciosa. Cree en el dinero y coloca flores a la Virgen. Tolera chistes y bromas villanas. Pero solo a ratos.

Su nariz está sucia siempre por el moco y el rapé. Vende rapé a las mujeres que juegan al estornudo.

Voz áspera sin tonalidades de ternura. Su timbre es el de una lata mohosa, que se golpea a destiempo. Ma- la. Mala como un guardián de cárcel, e insolente como empieado policial.

Alquila sábanas sucias a las nuevas que lo solicitan y pagan. ,

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