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de unas heridas que avía rescebido en una batalla y Parmenio su gran privado le riñesse porque se metía tanto en los peligros, respondióle él: «Assegúrame tú, Parmenio, de los amigos fingidos, que yo me guardaré bien de los enemigos manifiestos.

Alexandro, Alcibíades, Agesilao, Demetrio, Pirro, Pompe yo, Antígono, Léntulo y Julio César nunca los pudieron acabar sus enemigos y al fin murieron a manos de sus amigos. Viniendo, pues, al propósito, dezimos que el hombre que quiere dexar la vida de la corte deve mucho mirar no sólo lo que dexa, mas aun (1) lo que toma; porque yo no tengo por tan difficultoso el dexarla como es hallarse el cortesano fuera della. ¿Qué aprovecha salirse uno de la corte aborrido y cansado si no lleva el coraçón assossegado? (2). Aunque nuestro cuerpo es pesado y regalado, si le dexan descansar, a do quiera se halla; mas el traidor del coraçón es el que nunca se contenta; porque, si fuesse posible, querría el coraçón quedarse en la corte privando y estarse en el aldea holgando. Si las affecciones y passiones (3) que cobró (4) el cortesano en la corte lleva consigo a su casa, más le valiera nunca retraerse a ella; porque en la soledad son los vicios más poderosos y los hombres muy más flacos.

En las cortes de los principes muchas vezes acontesce que los varios negocios y aun los pocos dine.

(1) Más aun: sino también.

(2) Assossegado: Bosegado.

(8) Affecciones y passiones: amores y odion.

(4) Cobrar: adquirir.