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vicios halla en la corte muy famosos maestros.

En la corte siempre acuden a ella hombres de muy diversas partes a negociar, a pleytear, a servir o a se mostrar, los quales, como son primerizos y biven un poco bisoños, luego son con ellos moços de cámara, ministriles que tañen, cantores que cantan, porteros de cadena (1), músicos de cámara, juglares de corte, truhanes de palacio y hidalgos pobres, a los quales piden estrenas, ferias, albricias y aguinaldos, y si les dan los señores algo, no es a fin de socorrerlos, sino por que publiquen en la corte que son magníficos. En la corte, como la fortuna es inconstante en lo que da y muy incierta en lo que promete, de una hora a otra cae uno y sube otro, muérese éste y sucédele aquél, abaten al privado y subliman al abatido, no admiten al que viene y ruegan al que se va, creen a los simples y desmienten a los sabios, de los animosos tienen sospecha y fianse de los cobardes, creen la mentira e impugnan la verdad; finalmente, digo que siguen la opinión y huyen de la razón. Con estas y con otras semejantes cosas que se veen en las cortes de los principes, cada uno tiene esperança que agora más agora vendrá por sus puertas fortuna; aunque es verdad que muchos cortesanos hallan primero la sepultura que no a ellos halle fortuna. En la corte ay muchos hijos de señores que quando vinieron a ella eran más para se casar que no para servir; porque son muy descuydados, hablan como biso.

(1) Porteros de cadena: los que estaban en el zaguán,