fascinación por estar detrás de la escena, y confieso que esta pequeña oportunidad de averiguar lo que se pensaba en un país que ha tenido tanto que ver con el nuestro fue uno de los atractivos de estar en México. La guerra estadounidense se registra como un intento perverso de tomar y anexar la revuelta provincia de Texas; y se encuentran igualmente buenas soluciones para las otras diversas invasiones por potencias extranjeras.
¡Qué! ¿No hay ningún derecho absoluto? ¿Están todos los combatientes peleando por sus altares y sus fuegos y resistiendo agresión injustificada? ¿Estos mexicanos aún no admitirán, aunque golpeados y aunque ya pasó a la historia, que ellos aterrorizaron nuestra frontera y oprimieron una provincia industriosa y emprendedora? ¿Por qué, entonces, quizás ambos bandos estaban equivocados; y debemos aspirar al día cuando todas esas disputas pueden resolverse mediante un arbitraje internacional.
Los jóvenes mexicanos aprenden primero sobre su ascendencia Azteca, los semi-civilizados aborígenes, que construyeron ciudades y templos y estaban gobernados por el lujoso Moctezuma y el académico Netzahualcóyotl. El último, en Texcoco, componía versos y máximas estoicas como otro Marco Aurelio.
Cortés conquistó a los aztecas en 1519. Después siguió un Gobierno de casi trescientos años por sesenta y cuatro virreyes españoles. Una rebelión, de once años de duración, marcada por muchas de las características de un levantamiento servil, expulsaron a los españoles en 1821. Agarrados y desconsiderados en su administración colonial como siempre ha sido su manera, los españoles probablemente solo tenían que darse las gracias a ellos mismos por esto.
Iturbide, quien comandó la revuelta al final, se hizo