preparan en pequeñas parrillas de carbón sin chimeneas y primitivas. "¡Entre aquí!" los ocupado vendedores llaman; "¡entren, señores, señoras y señoritas y siéntense! ¡Aquí los niños! “¡Aquí es el lugar para los niños! Aquí es el lugar donde los aprecian, y no son considerados una molestia!"
"¡Tamales calientitos! “¡ricos tamalitos, muy ricos y calientes!" dicen. De la misma manera cariñosa un cochero buscando trabajo le llamará patroncito, "querido patroncito," aunque tu seas tan grande como un granadero. Decoran sus pequeños puestos con nabos y rábanos cortados en formas ingeniosas de flores y con profusión de pajaritos de cera y la diosa mexicana de la libertad a horcajadas en un águila. Un enjambre de hombres en lanchas planas se apiñan en el borde del canal, pujando por su patrocinio. Se baila en casi cada patio; los cantantes de balada sueltan refranes perezosos; y en la Cárcel, en una sucia plaza, con una fuente, un único preso monótonamente mueve su reja de madera y mira hacía afuera como un loco. Ningún prisionero estadounidense que se precie podría ser inducido a permanecer en un lugar tan fácil de escapar. Pero no es posible dar gustos.
¿Pero hay no chinampas reales, no hay jardines que realmente flotan, de acuerdo con la tradición? ¿Fue todo eso, entonces, un mito?
Nada de eso. El suelo alrededor esta solidificado ahora, anclado, por así decirlo; pero en su tiempo flotaba y en esa condición tuvo cultivos. Más lejos en las extensiones sólo se encuentran en posición por estacas, con cuatro pies de agua abajo y aún lo suficientemente fuerte para sostener el pastoreo de ganado, una expedición fue organizada, en la