541 EL PADRINO
Cariño érale imposible sentir por su es- poso, pero en cuanto al deber, lo cumplía hasta el sacrificio.
Don Pedro no era capaz de valorar á su joven esposa, pues la poca inteligencia que Dios le concediera la había agotado en acu- mular su fortuna por medio de los negocios. Mas, apesar de su escasa penetración com- prendía muy bien que su mujer no lo amaba y la loca pasión que por ella sentía, hacíale exagerar la indiferencia de Margarita.
Sin embargo, no trató de ganar su cora- zón con dulzura y delicadeza; por el contrario, la atormentaba con su insensata pasión y la maltrató atenaceado por celos absurdos puesto que la joven era demasiado virtuosa para darle motivos de sospecha.
A Margarita le estaba vedado ser, no ya amable, sino cortés con ningún hombre, bajo pena de exponerse á un violento disgusto con su marido, en que este llegaba hasta echarle en cara haberla sacado de la miseria.
Pero no podía evitar que en un paseo Ó sitio público, adonde concurría siempre acom- pañada de Real, su espléndida belleza des: pertara murmullos de admiración por lo que el celoso marido optó por recluirla en el ho- gar, sin que ella lo sintiera mucho, pues sa- bía que una hora de placer ó diversión la. pagaba con muchas de amargura.