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78 EL PADRINO

Margarita fué la primera en hablar, sacu- diendo su momentánea embriaguez y murmu- rando con voz trémula y casi espantada:

--¿Qué es lo que deseas, Eduardo» Te ruego seas breve; porqué Pedro no está y no puedo recibirte en ausencia suya.

El joven no contestó; buscaba en vano una frase que no acudía á sus labios.

-—- Vamos, habla; — prosiguió Margarita, que recobrabe su energía -- ¿qué es lo que vienes á buscar aquí?

— ¿A qué he venido ?-- murmuró él como si hablara en sueños — ni lo recuerdo ya. Al verte todo se me olvida.

Aquellas palabras trastornaron á Marga- rita; creyó que una idea culpable traía á Eduardo y exporimentó un gran terror al pensar que su marido pudiera llegar en esos momentos.

-—-¡Vete!-- exclamó con angustia ¡vete! que puede llegar Pedro ..

Este nombre en lugar de volver á Eduardo á la realidad, produjó en su alma una espe- cie de vértigo.

—¿Y qué me importa? --repuso violente- mente -- ¿Qué me importa á mi de su esposo, señora? ¿Tanto le teme usted ó es porque me crée poco caballero que pretende huir de mi lado ?...

En efecto Margarita quiso alejarse, pero