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96 EL PADRINO

XIV

¡ADIÓS Á LA PATRIA!

Unas tres semanas después de estos suce- sos, dos jóvenes paseaban tomados del brazo por la cubierta de un vapor, próximo á zar- par, con rumbo á Francia.

El de más edad, moreno, de facciones sim- páticas, vestía riguroso luto y, más aún que por esto, por la tristeza que revelaba su ros- tro, conocíase que la muerte acababa de arre- batarle un ser muy querido.

El otro rubio y pálido, de aspecto más dé- bil, por decirlo así, vestía también de negro y tenía, lo mismo que su compañero, grava- dos en su rostro señales inequívocas de pesar. Sin embargo, conocíase que no era uno mismo el dolor que torturaba á aquellos dos hom- bres; el rostro del primero revelaba uno de esos sufrimientos inmensos pero resignados; el del segundo tenía un sello de profunda é incurable desesperación.

El lector los ha conocido indudablemente: eran Héctor del Valle y Eduardo Viñas. El primero tenía la palabra:

— ¡Valor, Eduardo! — decía. El hombre ha nacido para la lucha y el querer sustraerse á