AL MARQUÉS DE SLVIGNE 147
- marcadas, los cuidados y atenciones más afectuosas
lle parecen los mejores medios para asegurar el t triunfo; ¿y puede emplearlos sin que todo el mundo
- se dé cuenta, sin que las demás mujeres se ofendan
y sin que se venguen con burlas crueles? En cam-
- bio, desde que nos crecmos sinceramente amadas,
' nada se exterioriza. Yo querría, por el bien de las dos partes, que cuando una mujer no encuentra atractivo
- alguno en el que quiere agradarla, no abusase de su
credulidad, y sin darle vanas esperanzas, le despi- diera claramente; pero querría también que, si ella se persuade de la pasión que ha inspirado, convenga en ello de buena fe, dejando á su buen sentido el momento de declarar que ella corresponde al amor . que ha causado. Ella no puede afectar dudas sin poner á un amante en la necesidad de disiparlas y él no puede trabajar su amorosa empresa con éxito « sin enterar á todos de sus propósitos, con aten- ciones excesivamente afectuosas. Estas ideas no serían probables, si las mujeres
- - fuesen intratables á causa de la torpeza de los hom-
bres; pero hoy que la audacia de los asaltantes nos deja tan pocos recursos; hoy que está bien probado que desde la invención de la pólvora no hay plazas -. inexpugnables, ¿por qué exponerse á un sitio en forma, si después de muchos trabajos y desastres es preciso capitular? Haced reflexionar á vuestra amable con- desa; mostradla los inconvenientes de una más larga desconfianza con respecto á vuestros sentimientos. La convenceréis de vuestra pasión, la obligaréis á4 , creeros por la estima en que debe tener su reputa- ción y, tal vez mejor, porque la proporcionaréis un motivo más para concederos lo que tanto sentiría Degaros.