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CARTA XXIV

¿Se b:.te en retirada la condesa? ¿Creéis que su propósito ahora es el de probaros? Una pequeña pre- ferencia que la demostréis, un poco de precaución que pongáis en vuestros apasionamientos, y ya ha per- dido la fuerza de reprocharos;la menor excusa, cierra su boca, y su cólera es tan adorable que os esforzáis por merecerla. Comparto con vos la alegría que os produce el éxito. Pero si todo eso es muy halagador, haced que no dure mucho tiempo; que las mujeres razonables y que estiman su reputación, entienden mal sus verdaderos intereses, multiplicando por una afectada incredulidad las ocasiones de murmurar de ellas. ¿Por qué no se darán cuenta de que el tiempo de sus apasionamientos sinceros no es el más peli- groso para su reputación? Las dudas que fingen acerca de la sinceridad del amor que han inspi- rado las causa en el mundo más perjuicio que su caida. Mientras son incrédulas mil imprudencias las comprometen. Gastan su buena fama en detalle. Si un amante las encuentra incrédulas, no se detiene ante nada con tal de dar pruebas de sinceridad. Las arrebatos más indiscretos, las preferencias más