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DE NINÓN DE LENCLÓS 31

el corazón más voluble y Osar reaparecer aún como amante amado después de un diálogo de tres años! Era dominarlo todo haber evitado los peligros de una prueba tan comúnmente funesta á la ternura más viva. Mme, de Villarceaux sobre todo estaba furiosa y no podía disimular el odio que por Ninón le causaba la debilidad de su marido.

Un día de gran tertulia en su casa, algunas de sus amigas desearon ver á un niño suyo á quien amaba tiernamente, el cual apareció acompañado de su preceptor que nunca lo abandonaba. De los elogios de la figura se pasó á los del espíritu. Y Mme, de Vi- llarceaux, encantada de las caricias que el niño recibía, quiso hacerle dar pruebas de su buena edu- cación. Interrogad á mi hijo, dijo, sobre las últimas cosas que ha aprendido. Vamos, señor marqués, dijo en seguida el grave preceptor con un acento italiano que había comunicado un poco á su discípulo : ¿quem habiul successorem Belus rex Assiriorum? Ninum, respondió el joven marqués. Al momento

  • Mme, de Villarceaux, sin informarse de lo que había

preguntado el preceptor, y notando solamente el perfecto parecido de la palabra que se acababa de pronunciar con el nombre de la que le había robado el corazón de su esposo, se puso terriblemente furiosa. ¡Vaya una enseñanza, dijo, que se le da al niño, hablarle de las locuras de su padre! Juzgo por la respuesta del marqués de la impertinencia de la pregunta. El preceptor protestó inútilmente de no comprender el enojo de la señora, y que su señor hijo no podía haber respondido otra cosa que Ninum, que el hecho era conocido de todo el mundo. Nada pudo hacerla entrar en razón : inútiles fueron todos los esfuerzos para devolver la calma á aquella