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DE NINÓN DE LENCLÓS 41

dicha y ya no. se sacrificó más que al amor de los placeres y de las artes; bien es verdad que el talento parecía corromperse cada vez más. La afectación, las falsas bellezas en lugar del buen sentido y la razón, habían hecho entre algunos pequeños talentos y la mayoria de las mujeres una fortuna peligrosa, cuando Moliére, con sus Preciosas Ridiculas, vino á pulverizar á estos enemigos de la bella naturaleza contra los cuales Ninón no había dejado nunca de declarar y de servir de ejemplo. Había ella sido de las primeras en aplaudir los felices comienzos de este astro de la comedia cuyos primeros rayos anuncia- ban todo el brillo que debía alcanzar un día. Los se- ñores de Bachaumont (1) y Chapelle, en calidad de los más célebres voluptuosos de París, eran en- tonces sus amigos íntimos : este último, cuyas poe- sías fáciles y naturales le hacen aun inimitable en las letras, no había ocultado el amor que ella le ins- pirara. Pero Ninón, como se verá, fué ingrata. Los talentos amables no bastan siempre para vencer. Á Chapelle debió su conocimiento con Moliére que descubrió fácilmente en ella el verdadero talento de todos los tiempos y la razón de todas las edades. Esta amistad que acababa de formarse entre ellos no hizo más que estrecharse en lo adelante por la estima de que se penetraron mutuamente. La na- turaleza les había dado por decirlo así los mismos ojos. Moliére había nacido para ilustrar á su siglo con sus escritos, como Ninón con sus consejos y

(1) El presidente de Coigneux decía de su hijo Bachaumont, que era gemelo : « Mi hijo es la mitad de un hombre, y sin embargo quiere hacer lo que haría un hombre entero. A pesar de su constitución débil y delicada y de lo aficionado que fué á los placeres, murió en 1702 á los setenta y nueve años,