56 MEMORIAS SOBRE LA VIDA
secretario de M. Louvois, que no disgustaba á este ministro. Era una ninfa y una divinidad (dice Me. de Sévigné, que no la encontraba sin embargo tan bella como á su hija), el gran crédito de su amante había redundado sobre ella. El rey la nombró dama del lecho de la reina, cargo nuevo que se creó para ella. Esta plaza, que la ponía por debajo de la azafata, mas por encima de las camaristas, indispuso á muchas mujeres que se desencadenaron contra ella. Ninón, testigo de tan amargas quejas, dijo que el ministro había hecho aquí como Calígula, que nombró cónsul á su caballo.
Mile, de Scudéry fué la tercer víctima de sus bro- mas; su fealdad era casi tan célebre como su ta- lento (1). Ninón, viéndola, dijo que parecía una selen- lona, frase extraña que entonces pareció muy graciosa y lo parecería quizás aun tanto si estas salidas no lo perdieran todo al contarse.
Asi se divertía Ninón á costa de todos los ridículos; era casi tan famosa por estos rasgos como MMme, de Cornuel, su amiga (2). La alegría de su espíritu bri- llaba sobre todo en la mesa, donde era tan animada, que se decía de ella que estaba ebria desde la sopa, aunque casi nunca bebia más que agua. Allí sobre todo prodigaba ese licor (3) que Homero hace repartir á Elena para encantar á sus convidados y que pro-
(1) Ved la obra de Bachaumont y de Chapelle.
(2) El epitafio de la célebre M=* Cornuel, muerta en 1694, bermina con estos versos t « Á pesar de su fría vejez — Su ingenio ligero y encantador — Tuvo de la brillante juventud — Todo el fulgor y la alegría — En que vivió incesantemente — En fin para decir pronto — Cuan grande fué su mérito — Diré que tuvo la estimación de Lenclós,
(34 Le Nepenthes.