70 MEMORIAS SOBRE LA VIDA
Algunas memorias particulares ponen en lá cuenta de M. Remond la singular anécdota que por lo gencral se atribuye al abate Gedoyn. Pero ¿cómo suponer que estando tan disgustada del primero de estos hombres volviese por él á ser Ninón aunque fuera por. un instante? Se había propuesto ser MU, de Lenclós y no es presumible que Remond hiciese reaparecer á la antigua Ninón. El abate Gedoyn reunía condi- ciones más á propósito para obtener esta victoria tan extraordinaria, cosa que él nunca desmintió rotun- damente.
Salió de los Jesuítas con el abate Fraguier, en 1694, cuando Mlle, de Lenclós contaba setenta y nueve años. Los dos 1icieron en seguida conocimiento con ella y con Mme, dela Sabliére; y los dos, admirados del pro- fundo mérito que las reconocieron, sintieron el desco de intimar con ellas para dar á sus talentos lo que el estudio del claustro no les había dado todavía. El abate Gedoyn intimó con MUe, de Lenclós cuyo gusto y buen sentido eran guías muy seguros. El agradeci- miento se unió muy pronto á la estima y á la admi- ración; y el joven discípulo sintió deseos que no serían reales, pero los expresó de tal modo que en un corazón casi apagado hizo brillar una débil chispa de aquel fuego en que había ardido en otros tiempos. El tér- mino de ochenta años, en el cual MU*e, de Lenclós pro- metió poner fin á sus rigores, no espantó al enamo- rado abate, que conocía el axioma de Friné (1) y que obligó á su protectora á cumplir su palabra en el tiempo que ella fijó.
Siendo la casa de Mile, de Lenclós el lugar de re- unión de todas las notabilidades de la época, natural
(1) Mulli bibunt fecem ob vini nobilitatem,
