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ZADIG,

Arabia, vino con la hermosa Almona, y fué nombrado superintendente del comercio de Babilonia. Cador, colocado y estimado como merecian sus servicios, fué amigo del rey, y este ha sido el único monarca en la tierra que haya tenido un amigo. No se olvidó Zadig del mudo, ni del pescador, á quien dió una casa muy hermosa. Orcan fué condenado á pagarle una fuerte cantidad de dinero, y á restituirle su muger; pero el pescador, que se habia hecho hombre cuerdo, no quiso mas que el dinero.

La hermosa Semira no se podia consolar de haberse persuadido á que hubiese quedado Zadig tuerto, ni se hartaba Azora de llorar por haber querido cortarle las narices. Calmó el rey su dolor con dádivas; pero el envidioso se cayó muerto de pesar y vergüenza. Disfrutó el imperio la paz, la gloria y la abundancia; y este fué el mas floreciente siglo del mundo, gobernado por el amor y la justicia. Todos bendecian á Zadig, y Zadig bendecia el cielo.

(Nota.) Aquí se concluye el manuscrito que de la historia de Zadig hemos hallado. Sabemos que le sucediéron luego otras muchas aventuras que se conservan en los anales contemporáneos, y suplicamos á los eruditos intérpretes de lenguas orientales, que nos las comuniquen si á su noticia llegaren.

Fin de la historia de Zadig.