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HISTORIA ORIENTAL.

que la espada de su contrario pegase en falso, y se hiciese pedazos. Abrazándose entónces con su enemigo le derribó al suelo, y poniéndole la punta de la espada por entre la coraza y el espaldar: Dexaos desarmar, le dixo, si no quereis perder la vida. Pasmado Itobad, como era su costumbre, de las desgracias que á un hombre como él sucedian, no hizo resistencia á Zadig, que muy á su sabor le quitó su magnífico yelmo, su soberbia coraza, sus hermosos braceletes, sus lucidas escarcelas, y así armado fué á postrarse á las plantas de Astarte. Sin dificultad probó Cador que pertenecian estas armas á Zadig, el qual por consentimiento unánime fué alzado por rey, con sumo beneplácito de Astarte, que despues de tantas desventuras disfrutaba la satisfaccion de contemplar á su amante digno de ser su esposo á vista del universo. Fuése Itobad á su casa á que le llamaran Su Excelencia. Zadig fué rey y feliz, no olvidándose de quanto le habia enseñado el ángel Jesrad, y acordándose del grano de arena convertido en diamante: y él y la reyna adoráron la Providencia. Dexó Zadig correr por el mundo á la bella antojadiza Misuf; envió á llamar al bandolero Arbogad, á quien dió un honroso puesto en el exército, prometiéndole que le adelantaria hasta las primeras dignidades militares si se portaba como valiente militar, y que le mandaria ahorcar si hacia el oficio de ladron. Setoc, llamado de lo interior de la