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Ó EL OPTIMISMO.

Si la hubiera padecido, confesaria vm. que no tienen comparacion los terremotos con ella, puesto que es muy freqüente en Africa, y que yo la he pasado. Fígurese vm. qué situacion para la hija de un papa, de quince años de edad, que en el espacio de tres meses habia sufrido pobreza y esclavidud, habia sido violada casi todos los dias, habia visto hacer quatro pedazos á su madre, habia padecido las plagas de la guerra y la hambre, y se moria de la peste en Argel. Verdad es que no me morí; pero pereció mi eunuco, el Dey, y el serrallo casi todo.

Quando calmó un poco la desolacion de esta espantosa peste, vendiéron á los esclavos del Dey. Compróme un mercader que me llevó á Tunez, donde me vendió á otro mercader, el qual me revendió en Tripoli; de Tripoli me revendiéron en Alexandría; de Alexandría en Esmyrna, y de Esmyrna en Constantinopla: al cabo vine á parar á manos de un agá de genízaros, que en breve tuvo órden de ir á defender á Azof contra los Rusos que la tenian sitiada.

El agá, hombre de mucho mérito, se llevó consigo todo su serrallo, y nos alojó en un fortin sobre la laguna Meótides, á la guarda de dos eunucos negros y veinte soldados. Fuéron muertos millares de Rusos, pero no nos quedáron á deber nada: Azof fué entrada á sangre y fuego, y no se perdonó edad ni sexô: solo quedó nues-