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HISTORIA ORIENTAL.

Bien mereciérais, puesto que sois linda, que os aporreara yo como él hacia, tanta es vuestra locura; pero no me tomaré ese trabajo. Subió luego en su camello, y se encaminó al pueblo. Pocos pasos habia andado, quando volvió la cara al ruido que metian quatro correos de Babilonia, que á carrera tendida venian. Dixo uno de ellos al ver á la muger: Esta misma es, que se parece á las señas que nos han dado; y sin curarse del muerto, echáron mano de la dama. Daba esta gritos á Zadig diciendo: Socorredme, generoso extrangero; perdonadme si os he agraviado: socorredme, y soy vuestra hasta el sepulcro. Pero á Zadig se le habia pasado la manía de pelear otra vez por favorecerla. Para el tonto, respondió, que se dexare engañar. Ademas estabaherido, iba perdiendo la sangre, necesitaba de que le diesen socorro; y le asustaba la vista de los quatro Babilonios despachados, segun toda apariencia, por el rey Moabdar. Aguijó pues el paso hácia el lugar, no pudiendo almar porque venian quatro coricos de Babilonia á prender á esta Egipcia, pero mas pasmado todavía de la condicion de la tal dama.

Capitulo X.
La esclavitud.

Entrando en la aldea egipcia, se vió cercado de gente que decia á gritos: Este es el robador

 Tom. I.
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