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ZADIG,

de la hermosa Misuf, y el que acaba de asesinar á Cletofis. Señores, les respondió, líbreme Dios de robar en mi vida á vuestra hermosa Misuf, que es antojadiza en demasía; y á ese Cletofis no le he asesinado, sino que me he defendido de él, porque me queria matar, por haberle rendidamente suplicado que perdonase á la hermosa Misuf, á quien daba desaforados golpes. Yo soy extrangero, vengo á refugiarme en Egipto; y no es presumible que uno que viene á pedir vuestro amparo, empiece robando á una muger y asesinando á un hombre.

Eran en aquel tiempo los Egipcios justos y humanos. Conduxo la gente á Zadig á la casa de cabildo, donde primero le curáron la herida, y luego tomáron separadamente declaracion á él y á su criado para averiguar la verdad, de la qual resultó notorio que no era asesino; pero habiendo derramado la sangre de un hombre, le condenaba la ley á ser esclavo. Vendiéronse en beneficio del pueblo los dos camellos, y se repartió entre los vecinos todo el oro que traía; él mismo fué puesto á pública subhasta en la plaza del mercado, junto con su compañero de viage, y se remató la venta en un mercader árabe, llamado Setoc; pero como el criado era mas apto para la faena que el amo, fué vendido mucho mas caro, porque no habia comparacion entre uno y otro. Fué pues esclavo Zadig, y subordinado á su propio criado: atáronlos juntos con un grillete, y en este estado siguiéron á su